Domingo, 8 de Julio de 2012. Montevideo - Uruguay
Edición Impresa
Iniciar sesión Registrarse
HOY ES NOTICIA

tiempos modernos

Extraño al Anrejó, ¿me entiende?

Raúl Legnani
Raul Legnani

Ayer me encontré con dos amigos: Daniel Mañana y Hugo Martínez y fue por pura casualidad. Este último me contó que está escribiendo un libro sobre el balneario Costa Azul (el único, el de Canelones) y que para eso se entrevistó con el intendente Marcos Carámbula, entre otros.

A partir de ahí desatamos una serie de anécdotas, que iban desde los puntos más lejanos del mundo hasta las proximidades más íntimas. El mundo global, casi en un instante, se nos transformó en una aldea, casi pequeñita.

En eso de ir y venir con los recuerdos, surgió un escenario inesperado: el viejo bar de Avenida Brasil y Libertad, el Anrejó, que supo soportarnos a muchos periodistas en las primeras horas de la mañana.

Este intercambio me permitió recordar las largas polémicas, absolutamente al pedo, que tuvimos con el “Colorado” Echave sobre los orígenes del nombre. Uno decía que era francés o catalán, el otro que tenía una sustancia vasca. Ninguno de los dos tuvimos razón. Con el tiempo supimos que era la síntesis del nombre de tres hermanos, que no recuerdo cuáles eran.

Allá por 1989, una vez vuelto de una visita por la URSS de la perestroika, con la barra que hicimos el cierre de “La Hora Popular”, resolvimos intercambiar ideas sobre lo que había vivido. Cuando llegamos al Anrejó, el gallego – uno de los Anrejó- ya había cerrado la puerta y se dormía encima de la caja.

- ¿Qué diferencia hay entre las URSS y nosotros?- me preguntó uno de los compañeros con absoluta ingenuidad.

- Es lo que estás viviendo. En la URSS ya habrían cerrado hace tres horas el boliche, pero el gaita igual nos abre la puerta y nos atiende, aunque se caiga a pedazos-, le dije.

Obviamente le comenté que los soviéticos tenían cobertura de salud, buenos niveles educativos, estabilidad laboral, cosa que en esos años nosotros no teníamos.

Las conversaciones se fueron perdiendo en lo intemporal y las anécdotas se entremezclaron, hasta que apareció Ariel, el mozo, que se nos fue no hace mucho tiempo.

Este gallego era genial. En medio de esos debates filosóficos, dijo que no entendía por qué a la muchachada uruguaya le gustaban los balnearios de Rocha, donde no había luz y agua.

-¿Razones por su malestar?- le pregunté.

- Es que yo me vine de España porque en mi zona no había luz, ni agua. No los entiendo, carajo -, gritó.

Ante tan tremenda sentencia resolvimos retirarnos del Anrejó, luego de pagar, a pesar de que no teníamos un mango.

Por todo esto extraño al Anrejó, el de los tres hermanos y Ariel, el mozo. ¿Me entiende? Un día de estos les voy a contar cómo un 25 de agosto no nos paramos ante las estrofas del himno que emanaban de la radio del bar-almacén, solo para hacer calentar a tres fachos que se mostraban patriotas por estar parados, mientras mantenían un vaso de whisky en su mano derecha. Dije la mano derecha, dije bien.

Un Comentario

Debes estar registrado para poder realizar comentarios. Registrarse



  1. Linda nota Legnani, como para el 24 de Agosto (conmeracion de la nostalgia), ahora… esta frase: “Obviamente le comenté que los soviéticos tenían cobertura de salud, buenos niveles educativos, estabilidad laboral, cosa que en esos años nosotros no teníamos.”… te parece?? (de los dos lados, ellos lo tenian, y/o nosotros lo tenemos??)